Friday, October 30, 2020

Rest, Bense, Montaigne y Bacon

El ensayo es, en palabras de Rest, una composición expositiva que proporciona información e interpretación sobre un tópico. Presupone una formulación provisional, ni definitiva ni verificada. En el Renacimiento, Montaigne y Bacon modernizaron el género, y las varias diferencias que existen entre estos autores demuestran la amplitud y elasticidad del mismo. Debe resultar persuasivo para el lector, y revelar virtudes de escritura y cualidad de estilo.

Bense confirma la amplitud y el rango del género ensayístico cuando nombra una gran cantidad de autores, todos con diferentes estilos, ya que el ensayo para él “radica entre la poesía y la prosa, entre la creación y la tendencia, entre el estadio estético y el ético”. La palabra “ensayo” significa “intento” en alemán, ¿intento de qué? Se trata de escribir experimentalmente en él, rodar el tema de un lado a otro, preguntar y volver a preguntar. También es característico de los grandes ensayistas que sean críticos. Y el que critica necesariamente debe experimentar, explorar su tema una y otra vez para que permanezca vigente. Se puede hacer uso de todo lo que incluye el pensamiento crítico: ironía, cinismo, escepticismo, etc. El crítico pertenece a esta “confinidad” característica del ensayo. Además, el ensayo puede variar entre la literatura y la ciencia: la contemplación bello-intelectual es igual de importante que el análisis refinado-intelectual. Todo lo que existe dentro de un tema permite realizar combinaciones y por lo tanto, nuevas configuraciones: este es el sentido del experimento. En este sentido es fundamental la fuerza imaginativa, donde no surgen nuevos temas sino nuevas configuraciones.

El ensayo de Montaigne es extenso, reflexivo, filosófico y también un poco sociológico. Utiliza la intertextualidad para enseñar pensamientos similares que escribieron anteriormente otros autores. Habla de la maldad innata de la humanidad, de las pasiones que nos hacen bien y de las pasiones que parecen buenas pero son malas, de los placeres de la vida, el retiro y el ocio, de la soledad, que no van de la mano con la gloria, de la filosofía sencilla. Hace uso también de metáforas, y de opiniones que se distancian mucho de la propia, no para mostrarlas como posibles objeciones sino para criticarlas, como hace con Cicerón y Plinio.

En un polo casi opuesto, que demuestra una vez más el rango del ensayo, Bacon es breve y conciso. Empieza siendo más bien crítico de la manera de viajar de ciertas personas, generalmente los jóvenes, que considera superficial. Pasa de criticar a aconsejar, dando su opinión en todas las condiciones que un viaje que valga la pena y en el que se aprenda algo necesita, como el conocimiento del idioma, la selección de los lugares a visitar, entre otros elementos que considera fundamentales.

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