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Según Caparrós, la crónica dice yo. Admite su
subjetividad, no como el periodismo, que presenta noticias contadas por “nadie”,
lo cual es imposible. Sin necesariamente haber malas intenciones, todo relato
es contado por alguien que elige lo que quiere contar. Se pone un juego una
visión del mundo, pero los medios no lo admiten. Acusan a la primera persona de
manipulación, cuando en realidad esta es mucho más sincera ya que se hace cargo
de su subjetividad.
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Todo texto está en primera persona porque todo texto está
escrito por alguien. La crónica toma una posición política contra la
manipulación del periodismo “objetivo” y fomenta la lectura crítica. La prosa
informativa sintetiza los hechos, la crónica los muestra.
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La crónica tiene un personaje que es el narrador. El
cronista es afectado y moldeado por el lugar donde vive, su cultura, su
entorno, su clase social, su personalidad, sus experiencias y vivencias, pero
él abraza su subjetividad en lugar de rechazarla. Está implícito: no nos
interesa su vida, participa por medio de las elecciones que hace sobre el
contenido de su crónica.
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Existe una dicotomía muy controversial entre lo real y lo
verdadero que la crónica podría superar. Cree en una verdad amplia y esencial:
verificar los datos pero contarlos de la mejor manera posible, más fácil de
entender, sin darle tanta importancia a los detalles mínimos.
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“La
crónica es eso que nuestros periódicos hacen cada vez menos”. El
periódico usa más las imágenes que las palabras, imitando a la televisión. La
crónica escribe sobre el tiempo, e intenta (sin éxito) atraparlo. Es un
anacronismo, ya que aunque las imágenes “están de moda”, no hacen literatura.
Por eso se dice que la crónica literaturiza al periodismo.
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América se construyó a base de las Crónicas de Indias, que intentaban explicar cosas nuevas con
palabras viejas: las expectativas chocan con la realidad cuando queremos contar
una historia, lo cual es la base de la crónica.
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El cronista debe mirar, no ver: mantener una actitud
consciente y voluntaria, en búsqueda de esas cosas que normalmente se pasan por
alto. La información busca lo extraordinario, la crónica, la cotidianidad: algo
que merezca ser contado e interese inesperadamente al lector.
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La población común no sale en el diario a menos que sea
partícipe de una catástrofe, impone una idea del mundo, es política. La crónica
cuenta lo que le puede pasar a cualquiera, y está permitido tener dudas. Se
alimenta de otros géneros para contar la realidad.
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