Tuesday, May 12, 2020

Nueva tesis sobre el cuento


La tesis se concentra principalmente en el final de los cuentos, y toma muchos elementos de Borges. Podría decirse que sus finales son bastante complejos, personalmente utilizaría la palabra oxímoron, ya que son ambiguos pero al mismo tiempo dan una sensación de clausura.
Los comienzos son siempre difíciles, Kafka incluso los califica como ridículos, pero sólo hay que esperar a descubrir la forma y el final que predestina el cuento. El final se relaciona con esta idea de espera, tensión, suspenso, algo que rompe con lo que se venía viendo en el cuento, un cambio de lógica, de velocidad.
Existe la presencia de alguien que espera el relato: una figura que forma parte de la trama, a quien están destinadas tanto la sorpresa como la moraleja. A su vez, hay un interlocutor implícito dentro del enunciado, una sombra oyente del narrador, lo cual me lleva a preguntarme ¿Qué significa la oralidad? ¿Cómo es posible oír un cuento?
Esta figura viene del pasado, y su función es hacer que la historia parezca incomprensible, ya que está perdido y es engañado constantemente. En un punto, comprende que las cosas no son como creía que eran y que existe una trama oculta. Siento que esta especie de personaje quiere empatizar con el lector, ponerse en nuestros zapatos y entender nuestra confusión. Para Borges hay un doble vínculo, oír y escribir. En esto se opone a la novela, que para él no es narrativa porque no es oral, y pierde la rapidez y concisión que el cuento sí posee.
Cito una frase que me llamó mucho la atención: “El arte de narrar se funda en la lectura equivocada de los signos.” Me hace pensar en los cuentos como una clase de acertijos que van dejando pistas para su resolución, pero no lo suficientemente consistentes como para realmente resolverlo, ya que el sentido permanece escondido hasta el final. Borges trabaja como un oráculo: un personaje recibe un relato que parece que es acerca de otra persona, pero en realidad describe su propio destino.
Los finales tienen un efecto trágico. Todos queremos que la historia continúe, ya que nos recuerda a la vida: tiene cruces, pérdidas, límites. Borges habla del fin como si lo estuviese viviendo en el presente, y eso es sólo posible desde un punto de vista artístico, no podemos imaginarnos el final desde la vida real.
Otra frase que destaqué entre las demás fue: “En el fondo la trama de un relato esconde siempre la esperanza de una epifanía.” Es decir, siempre se espera algo inesperado. Después de haberme infiltrado en el mundo de los cuentos, y sobre todo, después de leer a Piglia, tengo esa sensación de que está por aparecer una sorpresa cada vez que leo un cuento. Estoy constantemente en una búsqueda de huellas ocultas que puedan llevarme a la segunda historia.
No importa cómo se cuente la historia, siempre va a existir un doble movimiento. El verdadero sentido está oculto, reservado para el final. No es un enigma, es un elemento externo que no se deja ver hasta ese momento: “Hay algo del final que estaba en el origen y el acto de narrar consiste en postergarlo.”
Borges maneja la idea de un final abierto que es como un sueño. Aparece un narrador que estaba oculto en el lenguaje y va a ser quien permita el cruce final. Esto constituye uno de los grandes sistemas de cierre del escritor.
Toda esta teoría me hace pensar en lo complejos que son tanto la narración como los cuentos, y lo distintos que son de lo que se cree en la cotidianidad. Cualquier persona describiría un cuento como una historia corta, y a la narración como el acto de narrar, ¿no? Pero es mucho más que eso. Es como un gran juego de manipulación, de secretos, de engaños, un gran complot en contra del lector para despistarlo de lo que en verdad está sucediendo.

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